Hasta el momento, los científicos creían conocer en profundidad los efectos de las tormentas solares sobre la Tierra. Una de las manifestaciones más llamativas –y estudiadas– de este fenómeno de nuestra estrella sobre el planeta son las conocidas como auroras boreales o australes (hemisferios norte y sur, respectivamente), un juego de destellos que ilumina la atmósfera, considerado uno de los acontecimientos más hermosos de la naturaleza.
Los científicos también sabían del impacto que tienen las tormentas solares, ocasionadas por erupciones en la superficie solar y que envían enormes cantidades de partículas cargadas energéticamente hacia nuestro planeta (también denominadas viento solar), sobre el funcionamiento de diferentes aparatos electrónicos utilizados en las telecomunicaciones, como los satélites que orbitan la Tierra.
Ahora, un nuevo estudio llevado a cabo por el instituto de investigación espacial DTU (Dinamarca), el Laboratorio de Propulsión de Reacción de la Nasa y de la Universidad de Illinois, y publicado en la revista Radio Science, encontró que la ionósfera –una zona de la atmósfera terrestre ubicada a más de 80 kilómetros sobre la superficie del planeta–, además de recibir electrones durante las tormentas solares, también los pierde de manera considerable.
“Esto ocurre debido a que el campo magnético creado por la erupción en el Sol interfiere con el de la Tierra, como si lo abriera, permitiendo que los electrones penetren en la atmósfera. Este es un fenómeno conocido, pero sucede que los electrones al mismo tiempo que llegan, desaparecen de vastas áreas, lo que, hasta el momento, no había sido demostrado”, explicó la Universidad Técnica de Dinamarca.
“Hicimos medidas relacionadas con una tormenta solar sobre el Ártico en el 2014, y encontramos que grandes cantidades de electrones son, prácticamente, aspiradas de superficies que se extienden desde 500 a 1.000 kilómetros. Esto se da en un área con incrementos significativos en la densidad de electrones, conocidos como parches”, indicó el profesor Per Høeg, del instituto DTU, quien agregó que es un descubrimiento que no anticipaban: “Podemos ver qué pasa, pero aún no sabemos por qué”.
Preguntas abiertas
De acuerdo con los investigadores, la explicación de este fenómeno estaría íntimamente relacionada con los procesos geomagnéticos de la Tierra. “La composición del campo magnético de nuestro planeta sufre cambios dramáticos en el área de influencia del viento solar, disparando las explosiones de energía. De esta manera, ambos campos de fuerza se mezclan y, en consecuencia, se crean zonas inestables –los parches–, que se extienden sobre grandes áreas cerca del Polo Norte. Esto da lugar a la potente aurora boreal y crea condiciones turbulentas”, dicen.
El astrofísico Santiago Vargas asegura que aunque las consecuencias de este nuevo fenómeno no han sido estudiadas en profundidad, los investigadores podrían intentar establecer si en nuestro planeta puede ocurrir lo mismo que en Marte, en donde, se cree, las tormentas solares fueron las responsables de la desaparición de casi la totalidad de la atmósfera. “De todas maneras, se debe tener en cuenta que en el planeta rojo no hay campo magnético y en la Tierra, sí”, afirma.
“Con este hallazgo –continúa– se abre un campo de investigación para saber cómo impactan las tormentas solares la trasmisión de señales satelitales, como la televisión y ondas que se reflejan en la ionósfera, además de los dispositivos de navegación, como los que utilizan los aviones y los GPS”.
El científico aclara que el Sol tiene un ciclo de actividad de 11 años y que las tormentas solares son comunes cuando la estrella se acerca a su máximo solar, que son los periodos con más actividad. “Estamos a unos tres años del mínimo solar, aproximadamente; es decir, estamos en una fase decreciente de la actividad energética del Sol, y por ende de las tormentas”, apunta.
Fuente: Diario digital El Tiempo