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“Gloria y loor al gran jujeño”

     Dimensionando el legado de Manuel Eduardo Arias en el bicentenario de su fallecimiento (1822- 2022)

    La historia regional, a partir de sus desarrollos más recientes, ha asumido el desafío de rescatar la experiencia de los “sujetos históricos” sin perder de vista la impronta de los contextos en la configuración de sus trayectorias de vida. Evocamos aquí, a Manuel Eduardo Arias cuyo protagonismo gravitó en la “guerra gaucha”como una de las figuras trascendentales de la causa emancipadora entre 1814 y 1822.

    Si bien hasta hoy no tenemos certeza de su lugar y año de natalicio, la historiografía salteña y jujeña considera que nació en la ciudad de Humahuaca y que era hijo de una mujer indígena apodada “la Colla” y de Juan Francisco Arias Rengel, miembro de una de las familias más prominentes de la elite salteña. Siendo joven, transitaba a caballo inhóspitos senderos entre la Quebrada de Humahuaca y el valle de Zenta, lo que lo convirtió en un diestro y popular jinete entre los pobladores de esta vasta región y le reportó amplios conocimientos de la zona. Una experiencia que capitalizaría, ciertamente, años más tarde al incorporarse a las milicias gauchas.

    Efectivamente, en 1814 y en el marco del Plan Continental del General José de San Martín, en el Norte del entonces Río de la Plata comenzaba la Guerra Gaucha. Con Martín Miguel de Güemes como el principal líder militar, un conjunto de lugartenientes de Jujuy y Salta comandó ejércitos de milicianos rurales y se consagró a la lucha con tácticas y estrategias de guerrillas. Estas milicias, conocedoras del terreno y la geografía, pusieron en jaque a los ejércitos realistas durante años, impidiendo su avance y la ocupación de los espacios norteños. Una de ellas se destacó, precisamente, por la actuación de Manuel Eduardo Arias, a quien se le confió Humahuaca, desde donde custodiaba el ingreso de las tropas enemigas a la Quebrada y a los valles orientales, hostigándolas con tenaz persistencia. Notoriamente, a partir de 1816, al quedar Salta y Jujuy sin un ejército regular que las protegiera, permanecieron como salvaguarda ante una nueva invasión realista.

    El año 1817 comenzó duramente para el pueblo jujeño. Unos 7.000 soldados realistas invadieron Jujuy con el objetivo de apoderarse, luego, de Salta, Tucumán y continuar hasta Mendoza para truncar las campañas libertadoras sanmartinianas. Así, Pedro de Olañeta con un grueso de su ejército ocupó nuevamente la ciudad de San Salvador. Mientras tanto, José de La Serna fortificaba Humahuaca y marchaba desde allí a la ciudad. La población jujeña abandonó por tercera vez su terruño y buscó refugio en las provincias y haciendas del sur. Durante los cinco meses de ocupación por las fuerzas realistas, la ciudad fue arrasada y saqueada. El 1º de marzo, el coronel Arias con solo ciento cincuenta gauchos avanzó por el Abra de Zenta y logró, sorpresivamente, derrotar y tomar prisionera a la guarnición realista en la Batalla de Humahuaca. Cayeron en manos de Arias siete cañones y quinientos fusiles, muchos otros pertrechos, seis oficiales y ochenta soldados prisioneros; además, cortó las comunicaciones de los realistas con el Alto Perú. En el ataque, acompañaron a Arias el capitán Hilario Rodríguez, los tenientes Manuel Portal y Pablo Mariscal y, el alférez Ontiveros. La Serna envió dos columnas a detener a los vencedores de Humahuaca, pero ninguna alcanzó el objetivo.Por este triunfo, Arias fue condecorado por el Director Supremo, a solicitud del general Manuel Belgrano, quien ya lo había ascendido al grado de Coronel.

    En mayo de ese mismo año el ejército de Olañeta dejó la ciudad de San Salvador asediado por las milicias gauchas en el primer tramo de la retirada. Arias lo atacó en Cienaguillas y junto al capitán Guillermo Belmonte lo derrotó en Negra Muerta, persiguiéndolo luego desde Chorrillos hasta Abra Pampa y desde allí hasta Yavi.

    En agosto, Olañeta invadió nuevamente la quebrada de Humahuaca, pero Arias lo hostigó permanentemente desde Uquía hasta Tilcara, sosteniendo diversos combates en Los Toldos, Coranzulí, Humahuaca, Uquía, Calete, San Lucas, Tilcara y Huacalera.

    Por sus cualidades personales -astuto, sagaz, intrépido, líder nato- y sus habilidades en el manejo de operaciones militares sumado a un amplio conocimiento de las características geográficas de la subcircunscripción de la Puna y de la idiosincrasia de su gente, en 1818 fue elegido por el Cabildo de Jujuy como Subdelegado para gobernar esa jurisdicción.

    Para entonces, las acciones de Arias y de Güemes junto a los otros jefes de las milicias y sus gauchos, lograron efectivamente terminar con los planes realistas de evitar la liberación de Chile, pues el ejército de San Martín ya lo había logrado y se aprestaba a dirigirse al Perú.

    En 1819, Arias y sus milicias fustigaban al enemigo que había invadido nuevamente Jujuy, con ataques sorpresivos arrebatándoles animales, armamentos y víveres, profundizando así la guerra de recursos, quedando los realistas prácticamente cercados y sin suministros.

    Por disidencias políticas con el general Güemes, Arias se exilió en Tucumán y tras la muerte de Güemes (1821) retornó a Jujuy en 1822. A pocos meses de su arribo y en ocasión de regresar a su estancia en San Andrés, el 16 de junio fue brutalmente asesinado por una partida de enemigos políticos dirigidos por el oficial Mariano Abán, fecha en que se festeja en su homenaje el “Día del Gaucho Jujeño Guerrero de la Independencia”. 

    En julio de 2016 por decreto del entonces presidente Mauricio Macri, Manuel Eduardo Arias fue ascendido post mortem al rango de General de la Nación, como reconocimiento de su heroica contribución a la construcción de la Nación.

    Indudablemente, Manuel Eduardo Arias fue un destacado actor de poder. Por sus cualidades personales y habilidades tácticas, por su capacidad de acción, ha sido partícipe de la construcción de la historia de Jujuy en la lucha por la independencia del Río de la Plata. Conmemorar el bicentenario de su fallecimiento, nos conduce indefectiblemente a valorar su legado como parte de la identidad de los jujeños.

    Autor:

    Mirta Ruth Gutiérrez– Licenciada en Historia. Docente de la Universidad Nacional de Jujuy. Miembro de la UNIHR- CIITeD/CONICET-UNJu (Unidad de Investigación en Historia Regional- Centro Interdisciplinario de Investigaciones en Tecnologías y Desarrollo Social para el NOA)

    Bibliografía de referencia:

    Bidondo, Emilio (1968). Contribución al estudio de la guerra de la Independencia en la frontera norte. El aporte jujeño. Buenos Aires:Círculo Militar.

    Conti, Viviana (con la colaboración de Emma Raspi) (2006).“De las guerras de independencia a la organización del Estado.1810-1852”, en Teruel, Ana y Lagos, Marcelo (Directores).Jujuy en la Historia. De la colonia al Siglo XX. San Salvador de Jujuy: EdiUnju.

    Infante, Félix (1978). Jujuy, en sus orígenes, en sus sacrificios y en sus hombres y mujeres. San Salvador de Jujuy: Banco de la Provincia de Jujuy.

    Sánchez de Bustamante, Teófilo (1995).Biografías históricas de Jujuy. San Salvador de Jujuy: Universidad Nacional de Jujuy.

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