Todo empezó con un post de Facebook. En realidad, empezó mucho antes, en las aulas de un colegio de Veracruz, México, donde Lorena López ya amaba los números que la llevarían a estudiar Estadística, a pesar de que en orientación vocacional se empeñaran en decirle que lo suyo era el español.
Pero gracias a ese post, Lorena llegó al curso en línea sobre análisis y visualización de datos del BID que, poco después, le cambiaría la vida. Después de haber visto cómo profesores y colegas rechazaban sus proyectos por ser demasiado ambiciosos o poco realistas, el curso vino a darle la razón, especialmente la sección que explica la plataforma Números para el Desarrollo .
“Nunca había visto algo así en mi vida, pero cuando lo vi, lo supe: esto es lo que yo llevo años imaginando, ahora sí”, dice López.
Los llamados MOOCs –cursos masivos, abiertos y gratuitos por sus siglas en inglés– se han hecho muy populares en los últimos años gracias a un planteamiento muy efectivo: acercar el conocimiento de las grandes universidades e instituciones del mundo a cualquier persona con una computadora, conexión a internet y ganas de aprender, sin importar su edad, dónde vive o cuál es su nivel educacional.
En 2014, el BID se sumó a la plataforma de MOOCs edX del MIT y la Universidad de Harvard. Desde entonces, casi un millón de estudiantes de toda Latinoamérica y el Caribe se han acercado a esta aula virtual en la que ya hay más de 90 cursos disponibles en cuatro idiomas. Estos cursos gratuitos toman como base el conocimiento acumulado por el BID a través de miles de operaciones de desarrollo implementadas a lo largo de los años, recopiladas y destiladas a través de evaluaciones de proyectos, investigaciones, publicaciones, lecciones aprendidas y estudios de casos.
Los MOOCs, y en especial los relacionados a temas sociales y económicos, ofrecen valiosas oportunidades de aprendizaje, inspiran a los estudiantes y les permiten aplicar sus conocimientos para mejorar sus vidas. Esto es aún más cierto en aquellos países donde el acceso a la educación formal es un poco más limitado y donde el uso y las habilidades en tecnología de la información y comunicación son más escasos.
Para Lorena, los MOOCs son además una forma de compatibilizar una ocupada vida laboral con el deseo de no quedarse atrás en su campo de trabajo. “El tiempo es mi mayor desafío. Pero siempre he seguido tomando cursos, y me he dado cuenta de que son pocos los investigadores que se actualizaban en la medida en que la tecnología avanzaba”, dice.
Según los datos de una encuesta realizada entre los participantes de los MOOCs del BID, los cursos tienen un gran impacto tanto entre aquellos que están preguntándose sobre su futuro académico – al 75% le ayudó a decidir qué estudiar o investigar–, como entre los que ya están en el mercado laboral. Un 93% dijo que mejoró conocimientos y habilidades necesarias en su trabajo.
En el caso de Lorena, el impacto tuvo un efecto directo en su trabajo. “Gracias al curso nace la propuesta que hice para la Oficina de Programa de Gobierno de Veracruz, la creación de la plataforma de datos Novusdata.gob.mx ”. El portal abierto, ya disponible aunque aún en desarrollo, integra la información pública de diferentes dependencias del gobierno estatal que no está disponible en otros lugares.
Lorena López: “El curso ha mejorado sustancialmente mi vida profesional”
Pero la visión de Lorena no acaba ahí. “Ahora mismo estoy en un despacho vacío, empezando un nuevo proyecto: crear una plataforma digital y abierta para el nuevo Sistema Estatal Anticorrupción de Veracruz, gracias a los conocimientos de este curso”.
Y su caso no es el único: en Venezuela, el MOOC sobre desarrollo infantil llevó a Marielsa Ortiz a diseñar y desarrollar un proyecto de investigación con las estudiantes y profesoras de educación inicial de los tres institutos universitarios de Fe y Alegría. En Perú, Leonardo Sánchez utilizó el curso en gestión de gobiernos subregionales, uno de los más populares del BID, como base para desarrollar un proyecto pedagógico para la provincia de Ocros, bajo un enfoque por resultados. Y en Honduras, a Claudia Izaguirre el curso sobre gestión de proyectos le sirvió para implementar el programa “Política municipal de emprendimiento juvenil” en el municipio de Santa Lucía.
Marielsa, Leonardo, Claudia, Lorena y miles de otros latinoamericanos se atrevieron a aprender más, mejorar sus conocimientos y aportar al desarrollo de sus países.
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