Optimiza la efectividad de los productos químicos presentes en el mercado a través de una máquina y cápsulas especialmente diseñadas, que el propio ruralista podrá usar para el tratamiento de las cosechas.
Desde enero, funciona en el campus Miguelete de la Universidad Nacional de San Martín (UNSAM) la firma Nanótica Agro, encabezada por Julio Laurenza y Matías Badano. Se trata de un desarrollo tecnológico que permitirá al productor agropecuario emplear una menor cantidad de químicos sin comprometer la seguridad alimentaria de la cosecha, y a la vez ayudará a reducir el impacto medioambiental de la actividad.
La propuesta, que según sus creadores contiene la impronta de la industria farmacéutica, involucra la nanotecnología para la aplicación de herbicidas, insecticidas, fungicidas o fertilizantes, por medio de cápsulas que poseen una membrana muy parecida a la de las propias plantas. De ese modo, la dosificación resulta más controlada y efectiva, al disminuir la cantidad de producto que normalmente no es absorbido y cae a los suelos.
“Nosotros proveemos a los productores una máquina nanotizadora y cápsulas vacías para que ellos mismos puedan nanoencapsular los agroquímicos de su preferencia antes de utilizarlos“, explica Laurenza. “La partícula nanotizada penetra mucho mejor en las células y tejidos vegetales que la partícula tradicional, debido a su tamaño nano ─en el orden de la millonésima parte de un milímetro─ y la personalización de la estructura [de la cápsula]. Es por eso que nuestra tecnología potencia el efecto de los agroquímicos, aún en dosis menores a la recomendada“, añade.
Al respecto, Badano acota: “Apuntamos a que un productor de unas 1600 hectáreas pueda amortizar la máquina en sólo dos aplicaciones durante el primer año de uso. Por lo tanto, a medida que va ganando escala, la adquisición se paga cada vez más rápido“. “Esta tecnología, al optimizar la efectividad del agroquímico, achica los costos porque baja las dosis requeridas. Entonces, si antes se gastaba USD 30 por hectárea, así se termina desembolsando alrededor de diez dólares menos en igual superficie“, ejemplifica.
A la fecha, Nanótica Agro superó exitosamente ensayos en cultivos de soja, maní y cítricos. No obstante, “la máquina va a estar siempre evolucionando, incluso tenemos la idea de ir sumándole variaciones y agregarle capacidad para procesar mucha más información, de manera tal que sea más reactiva a su entorno, como ser el clima. Esperamos que pueda crear la mejor cápsula, el mejor caldo y la mejor combinación de cápsula con producto“, considera Laurenza.
El kit ─todavía un prototipo─ se estima que llegará al mercado a mediados de 2021, y las expectativas no son pocas. “En diciembre hicimos una primera ronda de inversión y ahora estamos abriendo otra cercana a los USD 2 millones. Tenemos gente de África, Israel y Argentina decidida a apoyarnos“, señala Badano.
Sobre los orígenes del proyecto y el camino transitado, Laurenza relata: “En 2013, Matías tenía una startup llamaba Foster Jobs, y yo había fundado un laboratorio de nanoencapsulación en la Universidad de Morón, con fondos de la Fundación Argentina de Nanotecnología (FAN). Luego, ese laboratorio se transformó en Nanótica, una empresa que vendía servicios de I+D [investigación y desarrollo] para la creación de soluciones específicas en nanotecnología a pedido de otras compañías“.
“Mis desarrollos eran para el sector farmacéutico, dado que había trabajado 10 años en ese rubro y era lo único que conocía. Así que me dediqué a hacer pediculicidas, enjuagues bucales, sanitizantes para manos, siempre con nanotecnología. Ahí hicimos algunas patentes y obtuvimos algunos premios, pero siempre en farma“, recuerda.
“Eso continuó hasta el día en que me crucé con alguien interesado por mi trabajo, en la edición 2017 de Nanomercosur ─el evento de nanotecnología más grande de la región, organizado por la FAN─, y me preguntó si podría usarlo en el Agro. Tiempo después hicimos el ensayo y funcionó muy bien. De ahí que empecé a enfocarme mucho más en ese sector, porque me dí cuenta de que la industria farmacéutica en Argentina no es tan fuerte en lo que refiere a investigación y desarrollo, sino que está más orientada a la distribución y a la venta. Mientras tanto, en la agricultura somos potencia mundial, tenemos muchísimos más recursos y capacidad para innovar. En definitiva, otra velocidad“, calificó Laurenza.
En cuanto a su incorporación, Badano refirió: “Me contacto con Julio aproximadamente en noviembre de 2017, aunque nos conocíamos de antes. En los meses subsiguientes empezamos a definir un poco más la idea y las chances de escalarla en un proceso más grande“. “Posteriormente, él viajó a los Estados Unidos para participar en un proceso de incubación [del proyecto] durante siete semanas en la Singularity University─una prestigiosa institución académica dedicada al fomento de la innovación para resolver grandes desafíos, y que cuenta entre sus principales patrocinantes a la NASA y a Google─. El objetivo era, más que nada, bajar [a tierra] el modelo de negocios, enfocarse en los beneficios de la tecnología, y yo me sumé en las últimas tres semanas para darle una vuelta de tuerca a la parte comercial. Podríamos decir que en Singularity fue donde empezamos a focalizarnos 100% en el sector agroindustrial, viendo a la Argentina como plataforma“, sostuvo.
El emprendimiento cuenta, hoy en día, con una doctora en Química y cuatro ingenieras agrónomas, todas procedentes de distintas universidades y con diferentes antecedentes técnico-profesionales; si bien Laurenza y Badano prevén el ingreso de más personas con este tipo de perfiles, ya sean biotecnólogos, químicos, biólogos, o investigadores que quieran pasar al ámbito privado.
Por último, desde Nanótica Agro enfatizan que “lo que se busca es que el productor no sólo gaste mucho menos en químicos, sino que también pueda llegar al consumidor con productos más sustentables”.